ÉPOCA DE LAS REVOLUCIONES

Durante esta época se gestaron y desarrollaron las transformaciones que marcaron el fin de la Edad Moderna y el comienzo de la Edad Contemporánea.

La Revolución Industrial, la independencia de Estados Unidos, la Revolución Francesa y la emancipación americana, que se produjeron entre la segunda mitad del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX, fueron procesos de cambios profundos que establecieron nuevos rumbos en los ámbitos político, social, económico, productivo, técnico y en las comunicaciones. Debutaron la división de poderes del Estado, la sociedad de clases, el capitalismo, las fábricas y las industrias, las máquinas a vapor y la electricidad, nuevos medios de transporte y comunicación.

 

Los procesos más importantes de esta época fueron:

 

– La Revolución Industrial consistió en un conjunto de innovaciones técnicas combinadas con una serie de cambios económicos, sociales y culturales, que significaron la evolución desde una economía estática –agrícola y feudal– a una economía industrial y capitalista, basada en la libre competencia y caracterizada por procesos de producción mecanizados para fabricar bienes a gran escala.

 

– El territorio que hoy conocemos como Latinoamérica estaba dominado por los españoles, excepto en las costas de Brasil, donde se encontraban los portugueses. En el resto de América había colonos holandeses, franceses y británicos. Holanda ocupó dos zonas de importancia estratégica y económica, la Guyana y las Antillas Menores, islas ubicadas en el mar Caribe. Francia y Gran Bretaña se enfrentaron desde principios del siglo XVII para apoderarse de América del Norte. Vencieron los británicos debido a su superioridad militar y a que contaban con un mayor número de colonos.

 

El movimiento independentista, que finalizó con el nacimiento de Estados Unidos, se gestó en trece colonias que se enfrentaron a Gran Bretaña entre 1775 y 1783. En tanto, la independencia de hispanoamerica se inició alrededor de 1810, tras la invasión de España por las fuerzas napoleónicas. En ambos casos, los colonos estaban descontentos por ser gobernados desde metrópolis que desconocían su realidad y dificultades, de representantes que ejercían el poder de manera autoritaria y de reglamentos comerciales e impositivos que mermaban su desarrollo, porque las riquezas se convertían en tributos para los monarcas.

 

– La Revolución Francesa se desencadenó en 1789, bajo el reinado de Luis XVI, durante un período de crisis económica, cuando el tercer estado, conformado por la burguesía, obreros y campesinos, se levantó contra la monarquía absoluta –llamada también Antiguo Régimen–, para terminar con los privilegios que tenían la nobleza y el clero. Los principios de este movimiento fueron: libertad, igualdad y fraternidad.

Entre 1780 y 1848, Europa vive un doble proceso revolucionario. En lo político, la Revolución Francesa; en lo económico, la Revolución Industrial. La combinación y simultaneidad de ambos procesos, producen profundos cambios sociales que transforman no sólo la sociedad europea, sino que adquieren dimensión mundial. De esta doble revolución surge, por un lado, la república como forma política en reemplazo de las monarquías absolutas, con todo lo que ello implica respecto a los derechos y responsabilidades que asumen los habitantes de una nación, al pasar de la condición de súbditos a la de ciudadanos. Por otro lado, aparece la fábrica mecanizada como unidad de producción, reemplazando al taller artesanal, lo que produce una pérdida de valor de los oficios, laboriosamente aprendidos, y el surgimiento de una nueva clase social, la clase obrera o proletariado —que deberá luchar largamente para que se le reconozcan los derechos que las nuevas ideas difundidas por la Revolución Francesa le otorgan a todo hombre—. Dos cambios que marcan la historia de modo tan perdurable, que algunos historiadores no dudan en comparar estos años con la lejana Revolución Neolítica en la que el hombre se transformó de nómada en sedentario, de recolector en productor de sus alimentos.

La Revolución Francesa

 

Desde los inicios del siglo XVIII, comienzan a circular por Europa un conjunto de nuevas ideas, conocidas globalmente como la "Ilustración", producto de pensadores racionalistas ingleses (Burke) y, principalmente, franceses (Rousseau, Voltaire, Montesquieu, Diderot). Sobre la base de la razón, condición común a todos los hombres, estas ideas pregonaban la igualdad de todos ante la ley y el respeto del derecho de cada uno a decidir por sí mismo sobre su profesión y su vida; la igualdad entre hombres y mujeres; la tolerancia y el respeto en cuestiones de fe religiosa (las guerras de religión habían devastado Europa durante los dos siglos anteriores); que todo hombre nace libre y no puede ser sometido a esclavitud; en fin, que existe una dignidad humana que los hombres y los estados deben respetar. También era la razón la herramienta para investigar y explicar la naturaleza, y no debía creerse en supersticiones ni en brujerías (las últimas mujeres quemadas por brujas lo fueron en Alemania en 1749 y en Suiza en 1783). Ideas que hoy parecen tan obvias, a comienzos del siglo XVIII eran todo una novedad que costo mucho tiempo y muchas luchas sangrientas imponer.

 

Tales luchas habrían sido mayores y de mayor duración, si no hubiera habido en Europa algunos reyes que supieron apreciar la razonabilidad y justicia de las ideas de la Ilustración y tomaron la iniciativa en sus reinos. Prusia bajo el rey Federico el Grande, Austria durante el reinado de la emperatriz María Teresa y, luego, de su hijo José II, fueron los primeros en introducir las reformas necesarias para hacer realidad, al menos en parte, aquellas nobles ideas. Por la misma época, en 1776, y bajo la inspiración de las mismas ideas, las colonias inglesas en América se liberaban del dominio inglés, conducidas por Benjamín Franklin y George Washington.

 

En todos los países, en mayor o menor medida, se aplicaban estas nuevas ideas. Excepto en Francia. Luis XV y Luis XVI hicieron como si nada pasara, como si todas esas transformaciones no tuvieran que ver con ellos. Fueron gobernantes ineptos que sólo se ocupaban de gastar enormes sumas de dinero en mantener la pompa y el lujo de la corte. Sus ministros de Hacienda fueron estafadores que mediante la extorsión y el engaño obtenían enormes sumas de dinero. Los campesinos se mataban trabajando para sostener el derroche de la nobleza terrateniente; los burgueses pagaban enormes impuestos, mientras el clero y los nobles estaban excentos de todo tributo. Cuando esto no fue suficiente, el rey se propuso cobrar impuestos al clero y la nobleza. Desgraciada idea que terminó costándole el reino y su cabeza.

 

Corría el año 1789. Los acontecimientos se suceden; revueltas populares, la toma de la Bastilla, se alternan distintos grupos en el poder, distintas formas de gobierno, entre ejecuciones en la guillotina, períodos de "terror revolucionario" y guerras entre la Francia revolucionaria y las demás monarquías europeas. Hasta la restauración imperial de Napoleón en 1804, que marca el punto más alto de la Revolución y también, el congelamiento de muchas de sus reivindicaciones. Pero a la Revolución Francesa se la identifica fundamentalmente con la "Declaración de los Derechos del Hombre", declaración ecuménica de liberación cuya influencia se hizo sentir en todos los rincones del planeta y que puede considerarse como el acta de defunción de los últimos resabios de la concepción medieval del hombre y de la sociedad. Los principios generales de la Declaración se concretaron en la detallada legislación del llamado "Código Napoleón", cuya influencia está presente en laDeclaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano

 

Publicada en octubre de 1789

 

 

 

Algunos de los principales artículos son:

 

Los hombres nacen y son libres en derechos

Los derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión. La libertad consiste en poder efectuar cuanto no daña a tercero.

La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho a contribuir a formarla por medio de sus representantes.

Como los ciudadanos todos son iguales ante ella, todos pueden aspirar a las dignidades y empleos públicos según sus virtudes y talentos.

Nadie debe ser molestado por sus opiniones, incluso las religiosas, con tal de que su manifestación no perturbe el orden público establecido por la ley. Todo ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente. legislación de la mayor parte de las naciones. Esta fue la forma particular en que se expandió por el mundo el legado de la Revolución Francesa.

La Revolución Industrial

 

El mundo anterior a la doble revolución tenía menos de un tercio de la población actual y su mayoría habitaba las areas rurales. La transformación de un mundo predominantemente rural en otro mayoritariamente urbano es obra de la Revolución Industrial. El desarrollo de la máquina de vapor y su aplicación al transporte y a la maquinaria que sustituiría el trabajo humano, va a producir una creciente desocupación del artesano que trabajaba en su domicilio o en pequeños talleres, en el campo o en las aldeas rurales, y que, hasta el advenimiento de la mecanización, constituían la base de toda la producción industrial de bienes de consumo.

 

La creación de la fábrica mecanizada produjo una gran conmoción en las formas de vida (y de ganarse la vida!) de la época. La industria textil fue la primera en sacudir un orden que permanecía casi sin modificaciones desde la Edad Media. Los gremios medievales habían sobrevidido hasta la época de la Revolución Francesa y aún más. La base productiva estaba dada por talleres con unos cuantos telares manuales, cuyo dueño, el "maestro", empleaba oficiales e instruía y capacitaba a los aprendices que, con el tiempo, adquirirían el oficio necesario para llegar a oficial. Si bien en esta época, era mucho más dificil que antes llegar a la categoría de maestro, siempre estaba la esperanza de alcanzar ese grado. En las primeras décadas del siglo XIX, de pronto, todo cambia. Algunos acaudalados empresarios con el capital necesario, totalmente fuera del alcance del propietario de un taller artesanal, montan fábricas con telares mecánicos, capaces de producir cada uno, más que lo producido por decenas de expertos tejedores, y a un costo muchísimo más bajo. Con el agravante que para manejar uno de estos telares no se requería un oficial experto con años de experiencia y duro aprendizaje del oficio. Cualquier hombre, mujer o niño, en pocas horas podía aprender su manejo.

 

 

Fábrica textil

 

Hacia mediados del siglo XIX, las máquinas de hilar y los telares mecánicos eran accionados por largos ejes y poleas movidos por una máquina de vapor central. Unas pocas obreras eran suficientes para atender un gran número de telares.

 

La mayoría de las fábricas se instalaban en ciudades importantes, por su cercanía a puertos o a fuentes de provisión de carbón, insumo básico para el funcionamiento de la máquina de vapor. Esto obligó a los artesanos a emigrar a los principales centros urbanos, en busca de trabajo. Las ciudades no estaban preparadas para tal explosión demográfica y la mayoría de estos nuevos habitantes se hacinaban en barrios improvisados, sin servicios ni redes sanitarias. Trabajaban jornadas de doce a dieciseis horas por salarios bajísimos que a duras penas les permitían sobrevivir. El nuevo proletariado urbano comenzó a reunirse en sindicatos y partidos políticos que luchaban por mejorar los salarios y las condiciones de trabajo. Estas asociaciones fueron resistidas y, muchas veces, perseguidas, por las autoridades, en beneficio de las clases empresarias, pero finalmente debieron ser autorizadas hacia fines del siglo XIX. A lo largo de ese siglo se sucedieron las luchas y revueltas de las clases populares, en busca de condiciones de trabajo y salarios dignos, que el empresariado negaba, sometiendo a sus empleados a condiciones de vida infamantes. También la burguesía luchaba por el logro efectivo de los derechos políticos proclamados por la Revolución Francesa (y en esta lucha se aliaba al proletariado), y que la reacción de las monarquías europeas pretendieron desconocer.

Niños mineros

 

El trabajo infantil fue moneda corriente en la Revolución Industrial, pero donde fue inhumano en extremo, es en las minas de carbón, donde se empleaban niños para poder realizar galerías más pequeñas y económicas. A pesar de su corta edad, las jornadas de trabajo no eran menores que las de los adultos.

Glosario

* Burguesía: clase media acomodada, integrada por comerciantes, banqueros y profesionales.

 

 

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