EL SUBDESARROLLO COLOMBIANO

Estudios sobre el subdesarrollo

colombiano.

Comentario crítico

 

El pasado 11 de febrero el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, excluyó a Colombia del listado de países en vías de desarrollo. El anuncio causó polémica ante las evidentes brechas existentes en aspectos como el social y el económico.

El concepto de subdesarrollo se resume en la falta de cierta "cantidad de riqueza, servicios o capacidades productivas".

Hay avances, pero...

En solo el indicador de pobreza se pasó de 49,7% en 2002 a cerca de 26% en 2019. Eso quiere decir que el país ha evolucionado satisfactoriamente en el aumento de los ingresos de buena parte de la población. El ingreso per cápita pasó de US$6.060 en 2006 a US$6.300 este año, con un inusual pico en 2012 cuando alcanzó un valor de US$10.187, lo que nos dio en su momento una percepción de mayor riqueza.

Sin embargo, aún no alcanzamos el ‘lote‘ de países con ingresos altos, en parte porque somos menos productivos y los avances en crecimiento económico resultan insuficientes.

Educación, la clave

En temas como educación y salud también se aumentó drásticamente la cobertura en décadas recientes. A pesar del látigo que nos damos como país, el modelo funciona con todos los bemoles de financiamiento que persisten.

El número de afiliados al Sistema de Seguridad Social en los regímenes de afiliación a nivel nacional se ha incrementado a lo largo de los últimos 23 años, generando un aumento en la cobertura total del sistema, con el cubrimiento del 29,21% en el año 1995 hasta el 94,66% registrado al cierre del año 2018.

 

Asimismo, la cobertura en educación superior pasó del 23,7% en 2002 al 52% en 2018, según cifras del Dane y Ministerio de educación.

En estos dos últimos asuntos, los retos están por el lado de la calidad y prueba de ello son las pruebas Pisa, en las que tenemos los resultados más bajos entre los países Ocde.

Asuntos como innovación empresarial, pobreza, falta de conectividad y calidad de la educación, nos mantienen a varios escalones abajo frente a otros países considerados desarrollados.

El mejoramiento en coberturas de educación se ha complementado con la ampliación de colegios y universidades en algunas ciudades capitales como Bogotá, Medellín y Barranquilla.

Sin embargo, hay grandes limitantes en pertinencia de las profesiones y oficios. El presidente de la Academia  Colombiana de Ciencias Económicas, Beethoven Herrera, lo dijo muy claramente en un foro realizado el 19 de febrero pasado: “En el segundo país más biodiverso del mundo, se preparan más abogados que biólogos”.

 

Según el Observatorio de Educación, se gradúan cada año unos 700 biólogos frente a más de 12 mil abogados. Observen también la baja estadística en físicos, matemáticos e historiadores.

Graduados en Colombia

Otra de las quejas del profesor Herrera es que no se ha aprovechado la riqueza y disponibilidad natural y pesquera del país. “Un país con dos costas y muchos ríos, no es posible que no tenga una flota pesquera”, dijo hace unos días.

En general, el país se ha concentrado en generar riqueza a partir de un grupo reducido de productos y servicios, aún cuando dispone de enormes recursos marítimos y fluviales.

La flota pesquera que realiza faena en Tumaco, por ejemplo, tiene bandera ecuatoriana, debido a que ese país tiene más desarrollada la industria en tierra para temas de procesamiento y comercialización. En el caso de Buenaventura, hay decenas de barcos pudriéndose en las costas debido al alto costo del combustible y a que el negocio de los narcóticos es mucho más rentable.

No sobra decir que esas dos regiones del país ocupan los últimos lugares en ingresos, educación y desarrollo.

En ese frente, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que elabora las Naciones Unidas, Colombia se ubica en el puesto 9 en América Latina, lejos aún de Chile que con todo y marchas e inconformidad social ocupa el puesto 1.

Ambiente de negocios

La facilidad de hacer negocios es una de las claves del mundo desarrollado. En el caso colombiano se han presentado avances en algunos aspectos. Sin embargo, el Foro Económico Mundial y el Banco Mundial nos recuerdan cada año el largo camino que resta y cómo otros países de la Región parece que hacen las cosas a mejor velocidad.

En temas como infraestructura de transporte hay avances, pero seguimos en el centro del pelotón mundial de países cuando se mide cantidad y calidad de carreteras, aeropuertos y puertos.

Hay dos datos relevantes que explican mejor la situación de avances insuficientes; el país pasó de una inversión en infraestructura del 1% a 3% del PIB en los últimos años, pero al tiempo, una década no ha sido suficiente para terminar obras emblemáticas como el túnel de 8,5 kilómetros en el alto de La Línea.  Esa falta de infraestructura le resta competitividad al país, dificultando el comercio exterior.

Al mismo tiempo, se hace evidente una asimetría en las regiones de Colombia. Según el Consejo Privado de Competitividad, los resultados para 2019 muestran a Bogotá en el primer lugar del ranking con una calificación de 8,30 sobre 10, mientras que el segundo lugar lo ocupa Antioquia, que alcanza una puntuación de 6,71. Las siguientes tres posiciones les corresponden a los departamentos de Santander, Atlántico y Valle del Cauca, que reportan puntajes de 6,29, 6,14 y 6,07, respectivamente. Chocó tiene un 3,11, muy cerca de La Guajira y Arauca, mientras que Guainía, Vichada y Vaupés se ubican en los últimos lugares de la clasificación, con puntajes de 2,84; 2,78 y 2,68, respectivamente.

Existe la volatilidad en la inversión en infraestructura (algunas variaciones corresponden al vaivén de los intereses políticos o a hechos de corrupción como Odebrecht):

Infraestructura en Colombia

Otro aspecto relevante tiene que ver con el acceso al dinero y crédito. En ese sentido, Colombia tiene avances gracias a políticas como la de corresponsales bancarios que han logrado distribuir de mejor manera los servicios financieros en los territorios. El gran desafío será llegar a lugares más remotos con esta oferta. Hay una relación directa entre falta de servicios financieros y pobreza.

Poco innovadores

Los países desarrollados también ostentan buenos indicadores en innovación. Es decir, encuentran mejores formas de hacer las cosas lo que los hace más competitivos.

Aunque ha mejorado la regulación en materia de propiedad intelectual, el país sigue a años luz de los países líderes y muy lejos de pares de la Región como Chile y Uruguay.

Ranking de innovación

También es evidente el atraso en conectividad de internet. Las demoras en las subastas de espectro, sumado a los fallos judiciales polémicos y millonarios contra algunos operadores, han frenado las inversiones en expansión de redes e infraestructura. Somos muy lentos.

Acceso a internet

Para muchos, el subdesarrollo no solo se evidencia en las cifras gruesas de economía, ingresos y producción, también en la mentalidad de las personas. La cultura del atajo, la violencia de género y la violencia intrafamiliar, son aspectos por mejorar si se quiere avanzar como país. La Cepal recuerda la enorme distancia en participación en política entre hombres y mujeres.

Equidad de género

En la sociedad colombiana persisten otros problemas estructurales y transversales como la corrupción, la falta de instituciones fuertes y ausencia de justicia, sin hablar de la inseguridad urbana y rural. Esas falencias dificultan que los ciudadanos accedan a sus derechos fundamentales y por esa vía a un país desarrollado.

En lugar de evolucionar hacia etapas más generadoras de riqueza, suponemos que nuestra competitividad está en la extracción de recursos naturales.

Necesitamos un modelo para salir del subdesarrollo ,pareciera una afirmación retórica, pero invita a reflexionar un poco. Primero definir qué es el subdesarrollo y si nosotros caemos en esa categoría.

Como su nombre lo indica es estar atrás del desarrollo, siendo por tanto un término comparativo en el cual la referencia serían los países que llamamos ‘desarrollados’.

Esto implica que se deben llenar o cumplir dos objetivos: uno el de alcanzar un nivel mínimo de crecimiento (y de madurez política, que hoy no lo trataremos) y otro el de avanzar a un ritmo más rápido que esos países, de tal forma que la brecha que nos separa se reduzca y podamos considerar que pertenecemos al mismo mundo (en el sentido de que se mencionaba subdesarrollo como sinónimo de ‘tercer mundo’ por contraste con el del capitalismo occidental y el de los países socialistas).

¿Hasta dónde la autonomía del Banrepública es ideal?

El mínimo sería cuando la economía produce los bienes y servicios básicos suficientes para abastecer a toda la población. Sin entrar a debatir sobre los problemas sociales, en simples términos económicos no se puede considerar ‘desarrollado’ un país donde parte de los habitantes están marginados y no se integran a la actividad del país. En cuanto a ‘cerrar la brecha’ todo país crece, luego eso no significa que se esté progresando respecto a la distancia ante quienes lideran el desarrollo. Evolución ha sido el paso de la simple actividad de extracción o recolección a la de la agricultura y domesticación de animales; después la del comercio, la primera industrialización, y la segunda con la consolidación del capitalismo financiero y la economía de los servicios; luego el internet y la digitalización; y ahora la robótica, la del conocimiento y la creatividad como puntas de lanza del desarrollo.

En Colombia, sin embargo, nuestros líderes nos tratan de convencer de que estamos ad portas de calificar como desarrollados y que el modelo bajo el cual operamos pronto nos dará esa satisfacción.

El despertar de China llegó

Con el argumento de que lograremos un promedio de cierta suma per cápita, comenzamos por desconocer que somos francamente subdesarrollados, como si lo inequitativo y la marginación de parte de nuestros conciudadanos no contara como condición para ser ‘desarrollados’. Pero más grave aún es que seguimos en el esquema del neoliberalismo (que ni siquiera se puede llamar ‘modelo’) según el cual la intervención del Estado es perjudicial porque obstaculiza la liberación de las fuerzas del Mercado; según el cual la libre competencia es más productiva que la Planeación (se minimiza el hecho que produce ganadores y perdedores siendo inevitablemente los más poderosos los primeros); y se asume que por ‘percolación’ con el tiempo las bondades del crecimiento a la larga llegarán a todo el mundo.

Ni siquiera el fracaso ya reconocido de esas políticas los induce a pensar en abandonarlo. Por el contrario, se insiste en continuarlo y profundizarlo. El resultado actual es que en vez de buscar evolucionar hacia etapas más generadoras de riqueza (agricultura, industria, conocimiento) suponemos que nuestra competitividad está en la extracción de recursos naturales y en la explotación del bajo costo de nuestra mano de obra (además exportándola para que afuera la reconozcan mejor y vivamos de las remesas de los expatriados).

De ahí la lógica de que nos presenten como salvación el seguir dependiendo del fracking en vez de reorientar nuestro modelo a intensificar drásticamente la mejora en la educación y la mayor generación y mejor calificación del empleo –aún a costa de eventuales desequilibrios transitorios macroeconómicos–. Es decir, aceptar que el desarrollo humano y la armonía social están a la base del desarrollo económico y no a la inversa; y reconsiderar por lo tanto que se progresa más corrigiendo primero los desórdenes sociales y atacando después los atrasos del mundo de la economía, que al contrario.

 Las últimas semanas han sido bastante agitadas desde la perspectiva empresarial y económica. El comité consultivo de la regla fiscal decidió conceder un margen de maniobra al Gobierno en materia de gasto y endeudamiento, al flexibilizar algunos puntos el nivel de déficit fiscal permitido para 2019 y 2020.  (Revista Dinero  mayo 21 de 2020. ) 

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